
Llegado el momento de los premios, pudimos ver a un Federer destrozado que llegó al punto de decir "esto me está matando", y a un Rafa Nadal que demostró no sólo su gran talla deportiva sino una aún mayor calidad humana.
Gestos como el de Rafa Nadal, al pasar el brazo sobre el hombro de su rival y amigo para consolarle son los que hacen que aún sintamos una mayor admiración por este tenista. Me siento orgulloso de poder señalarle con el dedo y decir, ese es compatriota mío.
Su humildad, siendo como es uno de los mejores tenistas de todos los tiempos y su humanidad para con su colega, bien valen nuestra más sincera admiración.
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