
Anoche quedé con un amigo al que hacía sólo 14 años que no veía. Fue uno de esos momentos en el que se toma consciencia del tiempo transcurrido y de los cambios en nuestras vidas. A medida que transcurre el tiempo, cambiamos.
El oxígenos que nos permite vivir, también nos oxida y nos hace envejecer. Es el mismo oxígeno que nos salva de la hipoxia, y que permite que nuestro cerebro siga vivo. Nuestros pensamientos se asientan y maduran como el tiempo, como madura la uva antes de ser prensada para obtener un buen mosto.
En 14 años no hemos cambiado tanto como para no reconocernos, y aún conservamos claramente lso recuerdos de juventud. El día a día nos hace mirar con añoranza a tiempos pasados, siendo más conscientes de lo que perdimos que de lo que conservamos.
Mantenemos las mismas sonrisas, y queremos recuperar aquellos momentos que fueron parte integral de nuestra existencia anterior. Parece que como dijera Jorge Manrique: "Cualquiera tiempo apsado fue mejor".