Esta tarde, al recuperar un contacto de mis tiempos de facultad, he sentido, como si de una losa se tratara, el peso del tiempo. He quedado algo alicaído, y sin voz pero con fuerza me he repetido tres veces: no es justo.
¿Ya han pasado 18 años? No es justo que la vida pase tan rápido, ni es justo que podamos resumir una vida en palabras.
Por suerte encontré a mi amiga Miraida, mi paño de lágrimas en momentos de angustia. Ella me recordó que cuándo siento que se me escapa la vida, a quellos a los que llevo en mi corazón me atan a ella.
Para eso están los amigos. Es una cuestión de alma, y el alma no entiende de tiempo ni de distancias.
Gracias Miraida!
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