Ponerse en el lugar de los demás no es siempre fácil, ver los problemas de los demás como propios e implicarse emocionalmente es un acto de generosidad que no todo el mundo está dispuesto a realizar.
Aquellos que lo hacen merecen nuestro respeto y admiración, independientemente de cuales sean sus credos o ideologías. Deberíamos de ser capaces de aprender de ellos y de tratar de ser mejores día a día. Se trata, en definitiva, de ser más humanos y más comprensivos.
Nuestra posesión más preciada debemos ser nosotros mismos. ¿Qué mayor acto de generosidad puede haber que darnos a los demás?
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