Él fue el más noble de los hombres, el más franco y honesto. Nunca conocí a nadie tan valiente ni de tan gran corazón. De él aprendí tantas cosas importantes de la vida...
Cuándo decidió marcharse una parte de mi corazón murió con él, pero una parte de él vivirá en mi corazón para siempre. Doy gracias a Dios por cada minuto que pasé con él, por cada una de sus palabras de aliento, por cada sabio consejo que me proporcionó.
Su nombre era Iannis, y por siempre vivirá en nuestro recuerdo.